El Doble -
Rodrigo Sorogoyen
La historia de un matrimonio cool (apartamentazo que tienen, ojito) viviendo en una especie de mundo distópico y pandémico. En el contexto vemos como muchas personas (que se lo pueden permitir) utilizan dobles comprados para asistirles en su vida diaria (o lo que es más acertado, para evadirse de ella) El relato nunca cae en la trampa de explicarse, de justificar qué suerte de tecnología es necesaria para conseguir las réplicas, ni falta que hace porque lo fundamental de la historia es contemplar la fuerza emocional que surge del conflicto entre humanos y dobles (y viceversa). Resulta una historia perturbadora, inquietante que deja ese poso de mal rollo que Sorogoyen ya nos dejaba con Stockholm. Es el relato más cercano a la ciencia ficción de los cuatro (Algo de Philip K. Dick o Brian Adliss hay por ahí) , en la línea de los poderosos episodios de Black Mirror.
Freddy -
Paco Plaza
Plaza es
uno de los directores del género con mayor repercusión del cine actual,
habiendo logrado junto con Jaume Balagueró crear una saga trascendental en el
terror de los últimos tiempos, REC. En esta ocasión nos trasladamos a 1982, con
Naranjito incluido, dentro del rodaje de la serie en la que estamos. Esto hace
que el episodio gane en simpatías, reivindicando la ya célebre queja de Chicho
de estar trabajando con medios limitados, pequeña broma que repite en varias
ocasiones. La historia nos narra las peripecias de un actor pésimo incapaz de
extraer una buena interpretación (cómo me recuerda al Nino de Muertos de Risa).
Dicho actor recurre (Chicho mediante) a un muñeco ventrílocuo que se esconde en
un baúl muy siniestro. Es maravilloso ver como la narración se mueve entre el
humor negro, la tensión y el horror estilo Darío Argento hasta llegar a un
desenlace muy deudor de El Resplandor de Kubrick en el que se subraya la locura
que parece morar dentro de André. Me parece un episodio muy disfrutable.
El Asfalto
- Paula Ortiz
Paula Ortiz
(La Novia) dirige una historia escrita por Rodrigo Cortés y Manuel Jabois en la
que un repartidor de comida se queda atrapado en el asfalto. Aquí paro para
reivindicar la actuación de Dani Rovira, que me parece soberbia, contiene la
pulsión fundamental de lo que nos quieren contar, un ciudadano medio
desapareciendo en la gran ciudad. Dani Rovira es un cómico, si, no es Al
Pacino, no, pero porque sea cómico y trabaje en cine no hay que exigirle que
sea Al Pacino, en esta ocasión hace un trabajo excelente. Ese es el fundamento
de la historia, Baldo tiene poca gracia porque no tiene que tenerla, es un
personaje que trata de sacar el humor sin éxito, su vida está en un punto en el
que no da la talla como pareja (en un nivel doméstico, malpensados), está ahí,
en el borde, a punto de hundirse, y de hecho, lo hace. El relato no puede ser
más Mathesson. El sentido del humor cínico y amargo de Rodrigo Cortés se cuela
en muchos de los personajes y frases cortantes que pueblan el relato y me
parece maravillosa y deliciosamente innecesaria la aparición de Arturo González
Campos en esta historia. Me parece curioso que siendo una historia actual, muy contemporánea
que se impregna de un aire distópico, la claustrofobia de los bloques de pisos,
los espacios reducidos donde vivimos las personas que no tenemos una cocina de
cien metros cuadrados o los trabajadores que llevan mochilas de comida como si
se tratase de rocas dignas de un castigo infernal. Huele a Blade Runner, los
callejones, la suciedad, los callejones claustrofóbicos. Me parece un cuento
lleno de melancolía y poesía.
La Broma -
Rodrigo Cortés (Davincito)
En el
último me quedé dormido, pero porque tenía sueño, no tengo por qué
justificarme, pero lo hago. Eso si, lo he vuelto a ver y me parece un ejercicio
maravilloso de lenguaje. Cortés juega duro con el suspense, el punto de vista y
el subtexto. La tensión que genera el propio ritmo del relato y el trabajo de los
tres intérpretes es soberbio. Un trabajo excelente del que no te puedes perder
ni un puto fotograma. Oro parece, plata no es... el que no lo adivine, tonto
es... pero el que lo adivine, pues tabién. Ese es el sentido del humor del
director y que nos lo pone en bandeja dentro de esta historia llena de ripios,
giros y piruetas. No sé quién será el que se ría el último, seguramente no sean
los tuiteros ávidos de poner a parir a alguien, pero creo que me ha hecho
gracia todo. La cancioncita del final (Es un juego), los agradecimientos y la
escena post-créditos. Yo me he reido, soy así de tonto.