10.3.17

Sin género de dudas

Hay que ser muy machote para entender o ver el mundo como un hombre... hay que tener valor para entrar en la polémica del género en plena era de la postcomunicación. Realmente cualquier cosa que diga será utilizada en mi contra. Sobran las opiniones espúreas y las argumentaciones vacías. Por eso resulta complicado  hablar de género, cuando intervienen tantos factores y tan delicados. En el mundo de lo políticamente correcto las barreras que se disponen de forma que ningún comentario puede resultar inocente.
La actitud y la prudencia acaba determinando nuestro comportamiento. Procuramos ser delicados y es precisamente ese error de cálculo. La cuestión de género comienza con cada palabra escogida cuidadosamente de entre un puñado de palabras óptimas. ¿Cuál es el fin de toda esta maquina precisa como un reloj? Ni más ni menos que acercar el respeto hacia la mujer y, en otros casos, minorías antes olvidadas y denostadas. Algunos dirán que es exagerado operar en estos términos, que nunca el grupo dominante tuvo el privilegio de ser considerado con tal respeto. Y desde luego que nunca hizo falta porque se trata de una dominación invisible que no exigía respeto porque se sobreentendía. El mundo se ha ido configurando de tal manera que hay que prestar atención a todos los detalles vengan de donde vengan y el mensaje es claro: cuidar de todo lo que nos rodea como si se tratase de nuestra propia vida. Partiendo de esa premisa la convivencia se convierte en un proceso de aprendizaje en el que podemos aportar en positivo, sin tener que preocuparnos de ser mezquinos o hirientes.
El mundo, la vida, esta existencia ha sido consagrada con una variedad insólita de combinaciones. Hay que ser inteligente y escoger no el camino fácil, sino el más satisfactorio. Actualmente la sociedad está en un complejo proceso de identidad. Las minorías toman conciencia y poco a poco van ganando el terreno que perdieron al quedar en un segundo plano de las grandes luchas obreras y burguesas. Puede que el momento sea delicado pero es cierto que debemos prestar todo nuestro apoyo como sociedad a estos movimientos humanos tan legítimos.
Llegará el día en el que comer carne sea algo vestigial. Estaremos tan convencidos de que nuestro organismo no necesita proteina animal procedente de la crueldad inerente al proceso alimenticio que seremos capaces de dejar de lado costumbres que ahora nos parecen del todo naturales. Lo mismo puede suceder con la cuestión de género. Llegará el día en el que cualquier chiste, burla o desprecio sea cosa del pasado. No porque deje de tener gracia sino porque habremos dado un paso crucial en el respeto, la convivencia y la comprensión.

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