22.4.13

Maestros

Reconozco que en esta etapa de mi vida tiendo a mirar con nostalgia mi entorno, los lugares y personas que forma parte de mi historia en Valdemoro, la ciudad donde vivo.

Mientras el bus que me lleva al trabajo todos los días deambulaba por una de las calles de la ciudad, me percato de algo; en principio la imagen era cotidiana y como mucho curiosa, pero como ocurre a veces, toda una época y a la vez una forma de entender la vida me sobrevino en una oleada de sensaciones, recuerdos y palabras. Un hombre de unos setenta años o más corría por las calles de Valdemoro, siendo una forma de cuidarse y de salir del tópico en el que la tercera edad está dedicada al paseo y a los viajes del Inserso. Esta persona no es así y ya desde hace muchos años le veo haciendo footing manteniéndose jovial y en forma. José Luis, era profesor en el colegio donde yo me eduqué. Un profesor de matemáticas que formó parte de la vida de muchos amigos, vecinos y de mis hermanos. Es curioso como la influencia de estos maestros se diluye en el tiempo y a veces no tenemos un momento reconocer que ellos, junto con nuestros padres y amigos del barrio forjaron una parte de lo que ahora somos. No se cómo es la visión que los niños tienen de sus profesores actualmente, me pregunto si siguen siendo los mismos "maestros" que nos educaron, o si tan sólo se han convertido en aquellos extraños que se encargan de nuestros hijos mientras trabajamos.

La vida moderna nos ha puesto en un lugar muy complicado y vivimos la vida de una manera muy diferente. Mientras avanzamos en el tiempo apenas se nos deja pensar qué es lo importante y qué forma parte de lo secundario. Los valores van más allá de lo que los moralistas quieren hacernos entender. Creo que nuestra sociedad nos está destruyendo poco a poco, exigiéndonos un compromiso con conceptos inaprensibles y que no responden a la búsqueda de la felicidad sino a una carrera de obstáculos donde los pasos materiales son los que cuentan. Esa carrera la he perdido, pero para mí cuentan las personas que he conocido y las que han pasado por mi vida. Me considero una persona afortunada por el simple hecho de poder acordarme de un profesor con respeto y cariño, afortunado por no tener a nadie al que llamar enemigo y estar rodeado de personas consideradas mis amigos.

Puede que muchos días encuentre algo por lo que quejarme, pero hoy, en el momento en el que me he cruzado con Jose Luis he empezado a tener claro que mi vida es extraordinaria y que pese a lo que pueda pensar en otros momentos, lo estoy haciendo bien.

1 comentario:

  1. No recuerdo a Jose Luis, pero sí a otros, con menor o mayor agrado, o incluso con repeluzno (no diré nombres). Pero lo cierto es que por un maestro de matemáticas yo quise serlo también de mayor. Y casi que lo consigo, aunque de toboganero a profesor a u millón de años luz, al menos aprendí de don Antonio Rocha lo fundamental del buen humor en clase, y un poco del ser organizado, solo un poco.

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