23.2.15

Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)

    Tras su exitoso paso por la ceremonia de los Oscar (merecido o no) quisiera dar unos apuntes de esta película del director mexicano Alejandro González Iñárritu Empezaré con una sencilla y sincera apreciación: la película me gusta, puedo tratar de explicar por qué o fracasar en el intento, pero desde principio a fin y con la mirada de alguien que había olvidado un poco los mecanismos del cine como expresión visual me pareció una obra maestra que ofrece una puesta en escena muy cuidada y un manejo de los tiempos espectacular.

    Actualmente ir a ver una película supone en ocasión una serie de concesiones que van desde la conformidad hasta la espinita clavada que posteriormente se utilizará en propio beneficio en el próximo pase cinematográfico que se tercie. Pero en esta ocasión hubo unanimidad a la hora de ir a disfrutar el film en cuestión. Lo malo es que no siempre las cosas se desarrollan como uno quiere y la película que se tiene intención de ver no coincide con la que al final se proyecta en la pantalla. Pero al margen de las expectativas como espectador inocente, me gustaría hablar de tres temas que disfruté viendo esta película.
   En primer lugar y como apunte técnico, su interés por mantener el plano secuencia. Se trata de no cortar el plano en ningún momento de una escena mostrando la acción dramática de forma continua y sin recurrir al montaje. Normalmente cuando hablamos de plano-secuencia hablamos del término técnico "sacada de chorra" (término acuñado en @todopoderosos por Rodrigo Cortés), lo que implica un alarde de dominio de varias técnicas cinematográficas como son el encuadre, la acción dramática y la puesta en escena. Iñárritu nos ofrece esta forma narrativa sin renunciar al montaje interno del tiempo fílmico ya que en un mismo plano realiza cambios en la acción dramática que dinamizan el curso de la película. Sin duda es complicado rodar de esta manera y hay momentos en que el montaje se hace necesario y se aprovechan momentos de oscuridad, puertas cerradas o planos estáticos para ejercer la yuxtaposición de tiempos diferentes del drama. Como amante del cine desde hace tiempo me gusta ver este tipo de recursos, sobre todo si se hacen con creatividad y con imaginación, nos meten de lleno en la película y los personajes. Gracias a la fotografía de Emmanuel Lubezki podemos bucear dentro del espacio y de la mente del protagonista, sin duda una experiencia única.

    Mi segundo apunte se centra en la historia que cuenta la película. La vida tras el éxito de un actor que ha sido popular por interpretar a un superhroe de acción en la gran pantalla y que busca la redención profesional abordando los teatros de Broadway con una obra basada en un cuento de Raymond Carver. Lo interesante de esta película es el continuo conflicto del protagonista (Riggan Thompson) con su alter ego (Birdman y lo que él representa), su obsesión por convertirse en un autor teatral entra siempre en conflicto con la frustrada carrera de superhéroe en la gran pantalla, una pelea que nunca podrá ganar, pues ni Birdman ni su reputación de estrella pueden llegar a sacarle del conflicto. Pero el personaje de Riggan Thomson siempre hace lo posible por salir de esa concepción, tratando de demostrarse a si mismo y al mundo que él no es como creen, siempre dispuesto a tomar partido por la autenticidad y siempre con la sombra de Birdman dando al traste con sus anhelos.

     En este juego de identidades veo también una crítica al modo en que la industria puede llegar a matar la creatividad o el talento, como las obras menores de grandes presupuestos arrinconan a piezas menores dejándolas en el olvido para el gran público que podría disfrutarlas igualmente. Si todo ello se desarrolla de una manera divertida, ágil y audaz, tenemos una cinta merecedora de todos los logros. También me gustaría apuntar que no es una película convencional con una trama en la que todo se resuelve de manera rigurosa, como buena obra de arte existe una necesidad de lectura por parte del espectador, una llamada a la reflexión y una negación de la indiferencia al salir de la sala.

   Como siempre, las opiniones están divididas, admirada, vilipendiada, tachada por sus pretensiones, elogiada por su audacia. Como he dicho al comienzo, a mi me gusta, no me ha dejado indiferente al salir de la sala y como ocurre con el buen cine, invita a la reflexión y emociona por su intensidad dramática.


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