27.1.17

Donald Trump. America First, American Fist

Vivimos en tiempos muy complicados como civilización. Un mundo que en los últimos veinte años ha cambiado de forma vertiginosa. Estamos experimentando varias eras en una línea temporal única, la era de la globalización, la era de la des-información, la era del terror, la era del cambio climático. Se ha sustituido el gran peligro de la autodestrucción mutua asegurada por minipeligros (bueno, de mini tienen más bien poco) que no dejan de golpear la vida de este planeta. En ese marco de tensión constante en el que vemos como todo se desmorona desde diversos frentes nace la atracción por una contundencia en el discurso. El auge de los fanatismos religiosos, el fenómeno del populismo o la creciente polarización de los sectores de la sociedad responden a esa inquietud y a la ineficacia de las clases dirigentes para liderar los acontecimientos. También hemos presenciado un deterioro en la conciencia social mientras que el capitalismo triunfante causaba estragos en todo el mundo. Pero allí donde la conciencia no despierta, despierta la indignación y en esa indignación los proyectos de buena voluntad y progreso se mezclan con los discursos decididamente furibundos que predican la fuerza, la grandeza y una buena dosis de ignorancia. Una considerable parte de nuestra civilización demanda acción. Una acción reaccionaria y tajante, un puño de hierro sobre la mesa quebradiza y deteriorada de nuestra civilización. Ese es el mundo Trump. No es tan extraño que dadas las circunstancias una fuerza tan conflictiva se haga con el poder.


La candidatura de Donald Trump a la presidencia de los EEUU se antojaba como algo anecdótico. Un magnate con una carrera mediática a su espalda y sin experiencia política no me parecía que tuviese hueco dentro del entramado de la política estadounidense. Pero los vientos ultraderechistas del Tea Party trajeron de forma indirecta un candidato que recogía la crudeza de un discurso radical y populista. La figura de Donald Trump es la figura del triunfador en los negocios que se hace oír porque el peso de su dinero al final acaba por aplastar cualquier atisbo de contención. La naturaleza honesta de sus exabruptos y esa capacidad para cautivar a través de una pasión discursiva hacen que el candidato aglutine a una buena parte del electorado más furibundo de los EEUU.

Tras barrer a los candidatos de su propio partido tuvo que enfrentarse a la demócrata Clinton cuya campaña carecía de la frescura y la rabia que Trump manejaba. Poco a poco se empezaba a ver que los vientos de cambio no tienen siempre que venir acompañados de una cancioncilla de progreso. Esta vez el cambio sería un alarido reaccionario que sin embargo tocaba la fibra sensible de una clase trabajadora que por fin veía que alguien les prestaba atención. Frente a eso, el juego político habitual empezaba a desdibujarse. Pero entonces ¿Quién vota a Trump? ¿Quién apoya al magnate en su cruzada? Sin duda una buena parte es ese sector de la sociedad que cautivada por su discurso de devolver la grandeza a América tiene en su figura la de alguien que definitivamente cambiará las cosas. Otros votantes son ese sector que reacciona ante los años de Obama y sus reformas sociales. De alguna manera el "último bastión del enfadado hombre blanco*". En cierto modo, la situación de desencanto tras la crisis, las semillas del Tea Party y la filosofía de la indignación política constituyen los pilares para que el magnate haya podido llegar a la Casa Blanca.

Y ya empieza a sentirse que Trump ha llegado. Como si fuese un elefante en una cacharrería los avances en diversas materias de la administración anterior empiezan a caer o a ser tocados y hundidos con ese puño de hierro que representa la llegada de Donald Trump. Y el golpe empieza a asestarse el día 20 de enero cuando el 45º presidente de los EEUU pronuncia un discurso en el que sobre todo queda patente una cuestión primordial: América Primero, América fuerte. Su mensaje contundente promete una época de cambios para devolver el poder al Pueblo (frase que ya se ha hecho viral y que es calcada al discurso de Bane en El Caballero Oscuro, la leyenda renace). Y como suele ocurrir, la inspiración divina detrás de cada discurso, la invocación a un dios del que no se libra nadie ya que sus corazones están infundidos "con el mismo soplo de vida por el mismo Creador Todopoderoso".

Las personas que están encomendadas a emprender esta tarea de devolver el poder al pueblo no es que pertenezcan precisamente a la clase media americana, entre los elegidos hay empresarios, militares y por lo general un grupo de personas que oscilan entre el conservadurismo y la extrema derecha. Algunos de ellos con la vocación reconocida de acabar con medidas del legado Obama como el Obamacare o una campaña brutal de negación del cambio climático que daría para un texto aparte. Y en los pocos días que llevamos con Trump al mando de la nave empezamos a ver la plasmación de las medidas: el tratado de libre comercio de América del Norte, el polémico muro en la frontera mexicana, la política de inmigración, el negacionismo del cambio climático o la reanudación en la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access nos muestran una pequeña parte de ese "cambio" que viene de Washington. Pero lo alarmante es la gestión de este tipo de decisiones. Diversas webs y redes sociales empiezan a ver censuradas ciertas informaciones sobre aspectos como el cambio climático. Siendo consciente que el problema medioambiental es uno de tantos problemas que se pueden plantear en estos nuevos tiempos es importante recalcar que ya empezamos a estar al borde de una deriva preocupante en lo tocante a temas medioambientales. Si un país tan importante como EEUU empieza a desvincularse de los escasos pasos hacia un nuevo paradigma medioambiental será mucho más complicado evitar las consecuencias de nuestra huella en este planeta.

Hay voces que vaticinan el fracaso del gobierno de Trump. Hasta que no suceda esa circunstancia hay un abismo de cuatro años al que el mundo empieza asomarse. Cuando el deterioro de la democracia nos lleva a posiciones tan agresivas disfrazadas de honestidad debemos preguntarnos cuál es la dirección que llevamos como civilización. Dicen que la caída del imperio romano tuvo como una de sus causas el envenenamiento por plomo en aquellos que dirigían la sociedad. Nuestro veneno es la ingestión, digestión y excreción de opiniones perniciosas. Opiniones inmaduras, ingenuas, agresivas, sarcásticas, ofensivas... Todo tipo de mensajes dentro de un medio infinito. Trump, maneja ese medio en los mismos términos en los que presenta sus tesis, de forma directa, apasionada y profundamente desagradable. Como única contramedida tenemos nuestra educación y nuestra inteligencia. Puede que no nos quede mucho tiempo como especie, pero si tuviésemos una oportunidad, deberíamos usar estas armas.

*Michael Moore: Cinco razones por las que Trump va a ganar las elecciones: https://goo.gl/ZBNs2q 

A continuación os dejo unos enlaces que han servido como fuente y que merece la pena leer.

 Antoni Gutierrez Rubi: Análisis: EEUU ha dejado de ser previsible... y ese puede ser el comienzo de una crisis total

 Michael Moore: Cinco razones por las que Trump va a ganar las elecciones http://m.huffpost.com/es/entry/11212536 

 Mario Saavedra: ‪Cosas buenas del ya presidente Donald Trump que casi nadie te cuenta http://www.elconfidencial.com/mundo/2016-03-10/cosas-buenas-de-donald-trump-que-casi-nadie-te-cuenta_1166676/‬ 

Argemino Barro: Los hombres del presidente Trump

Discurso de investidura Donald Trump

1 comentario:

  1. Normalmente para que una administración gubernamental fracase estrepitosamente, tiene que haber muchos damnificados. Cuando se trata de EEUU, es imposible calcular cuán irreparable va a ser el daño.
    Como ya supo adivinar Toro Sentado, es necesario llegar al extremo mas irreversible para que abramos los ojos.

    ResponderEliminar