4.2.17

La cosecha del viajante

     El mundo tal y como lo conocemos es un pequeño vertedero de color azul ponzoñoso. La especie humana ha conseguido destruir cada porción de terreno que ha pisado y han sido numerosas las ocasiones en las que se ha jactado de las inmundicia que maneja. Su energía extraída excarvando, horadando y presionando la Tierra ha desdibujado el panorama hasta cotas insostenibles. En su terrible afán de violación constante no repararon en que no siempre fueron los dueños y señores del planeta que profanan.
     Mucho antes, cuando la vida estaba en ciernes, una especie más antigua que este Universo tomaba el planeta como un tranquilo lugar de descanso, su refugio. Las profundidades incandescentes de la Tierra contenían el perfecto silencio para que aquello descansara de su viaje infinito por los mundos infinitos de los infinitos universos. Los humanos, racionales y evolucionados no están preparados para presenciar o tan siquiera imaginar un ente así. Sin embargo no son ajenos a su naturaleza. El sueño del viajero no deja de influir en la mente de algunas personas que en momentos de vulnerabilidad pierden la razón y se entregan a las más extremas deparvaciones. En ocasiones elreflejo de su silueta se dibuja un instante en la mirada de alguien a punto de asesinar y es en ese momento en el que la Humanidad atisba el oscuro secreto de su origen. En cierto modo, la naturaleza destructiva y codiciosa de nuestra humanidad está influida por la respiración de este ser, su palpitación precipita la dualidad del ser humano en una cruenta danza de atrocidades. Como si de títeres se tratase los hombres han evolucionado siempre en perpetuo conflicto, manifestando una y otra vez la atracción hacia poder y la corrupción. Exploran los océanos y buscan en las profundidades bajo el influjo del durmiente guiados por un falso espíritu aventurero que tan solo responde a la predestinación que el viajante les inoculó como parte de su plan. Como un mecanismo de precisión sirven esclavizados a fin de despertar al durmiente. Cuando sea demasiado tarde algunos lo sabrán, los dementes despertarán de su sueño y aclamarán su llegada mientras un viento de locura recorre cada rincón del planeta.
      Poco a poco la Humanidad vibra en sintonía con un despertar titilante, el parpadeo del viajante se traduce en guerra, muerte y destrucción.
      Una expedición geologica financiada por una gran empresa de energía buscaba aprovechar los recursos de las capas más profundas de la Tierra. Aunque Julio Verne ya imaginó ese viaje sólo la codicia pudo completar los sueños que la curiosidad científica no pudo realizar por sí misma. Aquel reducido grupo de aventureros, equipados con todas las herramientas que la tecnología puso a su disposición tras siglos de ingenio y diseño, se adentraban en lo profundo del planeta en busca de una fuente de calor inagotable. Tras la impresión inicial del calor extremo, algunos de ellos empezaban a sentir una incomodidad terrible que recorría el cuerpo. Desconfiaban de sus camaradas y les invadía una sensación de vértigo al pensar que uno u otro acabaría asesinándoles. El ambiente distendido que habían vivido todo el tiempo pasó a ser una silenciosa atmósfera de sospecha y violencia contenida. Los cinco científicos caminaban como autómatas sin siquiera querer mirarse entre ellos. Y bajando por uno de los cañones extraños que llevaban a la caldera de magma, pudieron notar en el pecho y en la cabeza una impresión de horror primigenio. Sentían que algo se escondía en aquel lugar, una presencia invisible que emanaba de las capas fundidas de la Tierra. Nadie hablaba, tan solo caminaban a las lindes del lago incandescente. Y fue entonces cuando algo vibró de una manera estroboscópica a poca distancia del grupo. Aquellos humanos, encerrados en sus cápsulas de percepción limitada por los sentidos y cuya visión apenas alcanzaba a intuir la presencia del viajante, pudo sin embargo sentir toda la carga emocional de la criatura. Un cascarón de caos eclosionó en cada uno de ellos y cuando pudieron ser conscientes se observaron desde fuera de sí mismos arrancándose la cara en un rictus de terror desesperado. Las terminaciones nerviosas se habían disuelto tras la descarga inicial de sensaciones emanadas del viajante. El impacto hizo que la conciencia de aquellos desgraciados exploradores quedase expulsada de sus cuerpos, que ahora eran puras marionetas de aquella entidad desconocida. Y aquellas conciencias desprovistas de cuerpo y a punto de desaparecer en el olvido experimentaron la visión completa del viajante. El durmiente había despertado y empezaba a devorar las Primeras almas que con cuidadosa paciencia había cultivado a lo largo de milenios. Y tras alimentarse proseguiría el eterno viaje a través de Mundos, Universos y Tiempos infinitos.
      La Humanidad siempre tuvo la imaginación para intuir un submundo e incluso algunos pudieron sospechar que en las profundidades de la Tierra existía un lugar de horror y dolor descomunal. Pero lo que nadie pudo imaginar jamás es que todo respondiese a la necesidad del viajante para alimentarse cada cierto tiempo. Toda la esperanza y anhelos de la Humanidad se desvanecían en instantes. No había ni cielo ni infierno, no había opción de trascendencia. El ganado humano estaba listo para ser engullido y el viajante podía retomar su camino una vez más.







Un relato original de Jesús Navarro

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