16.5.17

It (I): El Horror de todos los miedos

Del primer miedo que quiero hablar es del miedo a la hoja en blanco. Un tipo mediore y desastroso como yo tiene la permanente sensación de dejar el trabajo a medias o directamente abandonar los proyectos que emprende. Es un miedo y si Eso estuviera alimentándose de él ahora mismo estaría en la consulta de su endocrino para que le recomendase ponerse a dieta.
En primer lugar quiero pedir disculpas porque voy a saltar de tema en tema, dejando la trama como parte secundaria de mi reseña. Puede que al final si me encuentro con fuerza hable un poco de la estructura del libro, aunque no soy el más indicado para hablar de ello y tampoco es que tenga una particular importancia.
Abordar una obra como It, de Stephen King supone un ejercicio bastante arduo. No se trata de una novela en la que la narrativa te lleve de la mano de una trama sencilla. Puede que la premisa sea más o menos simple: Un pueblo hostigado por una criatura sobrenatural. La narrativa de Stephen King aborda no sólo temáticas adscritas al fantástico sino que nos sumerge primero en un entorno tan cercano y cotidiano que la amenaza parece más real que nunca. Ciertamente el lector no se siente identificado siempre con esa pasión por el detalle de la vida americana pero si puede verse reflejado en lugares comunes como son la relación complicada con vecinos conflictivos, la infancia y la exaltación del verano como fuente de recuerdos memorables o la naturalidad de ciertos gestos o costumbres de las personas que viven en un pueblo pequeño de Maine.



El miedo. Es la parte fundamental, la médula espinal de la novela, aquello a lo que el autor regresa cuando habla de las aventuras de los perdedores ya sea por separado o de forma conjunta. Como he dejado ver al principio Eso es una entidad que se alimenta del miedo. En la mayoría de los casos son los niños los que se convierten en víctimas de la criatura. En este caso es primordial entender que los miedos infantiles son a veces nutridos de una iconografía concreta, en principio la abstracción se queda a un lado y el niño focaliza en objetos o personajes sus miedos más desgarradores. El temido hombre del saco, los fantasmas, el hombre lobo o los vampiros son la encarnación de miedos como pueden ser la pérdida, la muerte, la dualidad de lo salvaje, la violación o la pérdida de la identidad. Son miedos complejos, que un niño en principio no puede procesar si no es a través de una figura externa y arquetípica. Cuando somos adultos y racionalizamos dichas figuras las descartamos por imposibles o las asimilamos como posibilidades remotas que no nos atormentan de la misma manera que en nuestra infancia (a no ser de experimentar algún hecho traumático). En la novela los miedos arquetípicos se entrecruzan con otros más cotidianos. El miedo de Bev a su padre, el miedo a la enfermedad al que someten A Eddie. Pero los que realmente importan por ser fundamentales a la hora de entender el libro son los más clásicos y que Eso puede encarnar para alimentarse de sus víctimas. En mi opinión Eso utiliza el miedo como ingrediente y cocina con altas dosis de terror hasta culminar en la creación de horrores. Como dice Stan en un pasaje de la novela en que dice Que "esos niños muertos, los que habían bajado por la escalera de caracol en la oscuridad, habían hecho algo peor que asustarlo: lo habían ofendido". Es una buena definición de lo que implica el miedo sobrenatural, la emoción inicial, esa ofensa, como si nos sacasen de la realidad misma para presenciar aquello que no puede ser y como resultado de esa ofensa, el terror, un miedo intenso que ya no se puede controlar, que nos paraliza. Esta forma de horror, de ofensa, Lovecraft la entendía como una experiencia que hace perder la razón, los horrores Lovecraftianos también "ofenden" sin embargo son los adultos los que reaccionan ante eso, adultos cuya racionalidad se ha derrumbado y no les queda más remedio que perder la razón (también algunas víctimas como Henry Bowers tienen ese destino, aunque el bueno de Henry ya estaba un poco de aquella manera antes de encontrarse con Eso, como diría el Joker, sólo le hizó falta un empujón). En cierto modo que Eso esté encarnada en su forma última como una araña parece acertado pese a las críticas de algunos que esperaban, quizá, una forma menos convencional. Pero una araña representa ese depredador que paraliza y luego devora, así que me parece acertado como elección, además, en el libro se deja bastante claro que tampoco es su forma real. La elección de King de una araña supone una elección para que los perdedores puedan enfrentarse finalmente a Eso. Ya hemos hablado de los miedos y las figuras arquetípicas. Eso, para manifestarse ante los perdedores cobra forma de Hombre Lobo Adolescente, de Momia, de pájaro gigantesco, de leproso, etc. A veces ese miedo tiene que ver con los monstruos cinematográficos, otras veces con traumas infantiles y otras con miedos localizados que pueden estar dentro de los sucesos vitales de cada uno. Podemos pensar en ese ser o entidad que se presenta a través de sus capas. Los miedos que se experimentan van desde esos miedos iniciales a figuras terribles, símbolos arcanos que parecen generar ese terror y los fuegos fatuos, las luces fantasma que llevan al lugar donde Eso mora, ese espacio indeterminado que se podría considerar el vientre de la criatura. Esas distintas capas son a la vez la fortaleza y la debilidad del monstruo ya que los protagonistas van venciendo poco a poco cada estrato de terror, juntos como un equipo de amigos vencen sus miedos en la vida y por extensión derrotan a los miedos proyectados por Eso.

Mi experiencia con el libro es reciente, recuerdo que tan solo evocar algunas portadas de libros de Stephen King me resultaba aterrador. Quizá el acercamiento al libro para comentarlo después me haya desvinculado emocionalmente de los personajes, dejando que los horrores a los que les somete Pennywise sean más un elemento de análisis que un peligro al que enfrentarme como lector dentro de una historia. Creo que la edad ideal para descubrir el libro es durante la adolescencia, momento crucial en la transición que hacemos a la hora de descubrir nuestros nuevos miedos y que aún somos capaces de evocar con viveza las aventuras de la infancia tardía.

Como indica el título esta es sólo la primera parte del análisis del libro


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